
El libro

Cicatrices
Invitación especial para escuelas secundarias.
Tema : Abuso y violencia ¡prevención y detección!
Este libro sirve para que el ABUSO y la VIOLENCIA ¡¡PAREN!!
Que puedas salir del dolor y del silencio, pedir ayuda y quizás denunciar a quien te lastima.
“Cicatrices” está preparado para leer a solas, en grupo, en las aulas de secundaria o con amigos.
Cada relato va seguido de preguntas que invitan a la reflexión y al debate.
Estos relatos de la vida real, que desgarran nuestras almas, son un intento para que puedas sanar.
Panelistas
Dr. Eduardo Oderigo
Abogado Defensor de Víctimas de Abuso.
Lic. Rosana Seplurca
Psicóloga especializada en el tema Violencia.
Dra. María Luisa Ageltos
Pediatra y Licenciada en Salud Pública.
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Este libro “Cicatrices” va dirigido a todas las personas que tengan preguntas sin responder, dolores del pasado, dudas en relación a silencios que sus mayores les han impuesto.
Por eso los aliento a dar el primer paso que consiste nada más que en contarlo, contarlo y contarlo hasta que alguien, dé el segundo paso. Paso que lleve a comenzar a disipar esas dudas, hasta que “Cicatricen” las heridas.
A toda persona que eligió la profesión de abogado y tuvo como motor cambiar el mundo, le suplico que haga lo imposible para comprometerse con situaciones como las que abarca este extraordinario libro que deja, con extrema claridad, las desigualdades que tienen los menores ante situaciones de violencia producidas por y en su núcleo íntimo.
Eduardo Oderigo
Abogado
ejoderigo@gmail.com
Prólogo
Como un árbol
Oí que me llamabas, y no por mi nombre, me decías tía. Y tu voz resonó en mí e hizo eco de aquel deseo profundo que tuve de elegir poder mirarte a los ojos, y que al mirar vos en los míos no encontraras otra cosa más que amor, y el fiel anhelo de brindarte felicidad.
Una vez mis ojos mostraron otra cosa, pero para ese entonces yo apenas tenía un par de años más de los que vos tenés ahora. Y la circunstancias eran otras, existía la tristeza y también el dolor.
Una vez también supe que mi cuerpo y mi mente me eran propios, las decisiones que puedo y debo tomar. Pero de pequeña hubo personas que hicieron uso de mi cuerpo sin mi consentimiento, no lo trataron bien, y aunque trate de evitarlo, era pequeña para lograrlo.
Mis formas de pensar y de ser también quisieron dañar, pero ellas estaban resguardadas en mi mente, y ella en otros horizontes, donde exitía el sol y también la naturaleza, y donde los pájaros volaban libres, y con ellos mi espíritu.
Y eso me brindaba felicidad, así fue como supe de ella. Pero nada se asemejaba a mi realidad, a lo que vivía en mi casa, lo que sentía estando con mi familia. Entonces sospeché que no eran normales las formas que tenían de manejarse; que no estaban bien, ni que hacían bien.
Y por ello empecé a hablar, entre un tironeo de callar por vergüenza y otro de hablar por saber si a los demás también les pasaba igual.
Y no, a muchos no les pasaba, los demás conocían algo llamado amor; algo de lo que yo nunca había oído y menos sentido.
Pero cuando empecé a hablar de lo que me pasaba y mis amigas me escuchaban, comencé a saber de él, del amor. Y de lo que es capaz, sobre todo para sanar. Y tras ello quise ir.
Tomé fuerzas y una decisión. Me fui a vivir a lo de mi abuela, para ya nunca más regresar.
Con mi abuela pude ver, a través de sus ojos, el brillo del sol y los milagros de la naturaleza. Ver florecer una orquídea era un fenómeno, y oír cantar a un gorrión todo un acontecimiento. Vi el amor al desnudo, vulnerable a los seres más simples, y mi corazón lo entendió.
Y al ver ese amor tan disponible, quise llenarme también yo de él. Sanar mi corazón de tanto dolor, dejar en el pasado lo que le pertenece y empezar a andar nuevos caminos. Conocí muchas personas que me ayudaron, sin ellos saberlo. Para mí con escuchar y compartir desde un lugar sano, ya era de gran ayuda.
Con el tiempo pudimos ir hablando con mis hermanos, contar lo que le pasaba a cada uno, abrazando nuestro dolor, nuestro pasado, queriendo aliviarnos de él. Pero muy especialmente agarrarnos bien fuerte de las manos, para seguir adelante.
Para los niños y niñas, entre ellos mis sobrinos, y también para los adolescentes del presente, fue escrito este libro.
Que la recopilación de los relatos, los nuestros y de otros jóvenes que pasaron por situaciones muy difíciles de abuso y violencia; ayude a entender, y dar a conocer el dolor que viven muchas personas por las circunstancias descriptas.
Que este libro nos despierte el fuerte anhelo de un cambio. Principalmente para que quien esté sufriendo sepa a quién recurrir. Y que a quien recurran, entienda del dolor que pueda estar viviendo el otro.
Para quien los infringe sepa que no están bien, que existen otras formas. Que a través del amor y del respeto se puede ser mucho más feliz.
Compartí, anímate. Sé que requiere de un gran esfuerzo pero de todo dolor se puede salir ¡creeme!
Les escribe y abraza
Matilde de 29, capítulo 3
Nieta de Félix Romeo de Igarzabal quien hoy cumple arresto por abuso sexual intrafamiliar.
Habiendo sido juez de familia en la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil
fue denunciado por tres de mis hermanas.
Mientras escribo sé que te está sucediendo a vos o a alguien que conocés.
Este libro sirve para que el ABUSO y la VIOLENCIA ¡¡PAREN!!
Que puedas salir del dolor y del silencio, pedir ayuda y quizás denunciar a quien te lastima.
“Cicatrices” está preparado para leer a solas, en grupo, en las aulas de secundaria o con amigos.
Cada relato va seguido de preguntas que invitan a la reflexión y al debate.
Estos relatos que desgarran nuestras almas son un intento para que puedas sanar. Se llama “Cicatrices” porque la cicatriz nos recuerda que hubo una herida, pero que esa herida sangrante puede cicatrizarse y vivir nuestras vidas con amor.
Aquí sintetizo algunas historias:
“De pequeña hubo personas que hicieron uso de mi cuerpo sin mi consentimiento, no lo trataron bien y aunque traté de evitarlo, era pequeña para lograrlo.
Empecé a hablar de más grande; entre un tironeo de callar por vergüenza y de hablar pidiendo ayuda.
¡Compartí, anímate! Sé que se requiere de un gran esfuerzo pero de todo dolor se puede salir ¡creeme!
Les abraza Matilde de 29 años”
“Mi tío comenzó a abusar de mí a los 5 años. Recién de grande pude ponerle la palabra abuso a lo que sucedía entre nosotros. Él decía que éramos especiales y que por eso podíamos jugar a juegos de grandes.
Si te digo que lo que más me acuerdo de esos juegos es del color azul de la pared. Él me decía que mientras jugábamos yo podía buscar formas escondidas en las manchas de humedad de la pared azul, como cuando buscaba formas en las nubes. Nos sentábamos en su sillón y yo miraba las manchas de la pared ¿o es que mis ojos lloraban y yo pensaba que eran manchas?
Cuando mi hermanita me contó que con ella también jugaba, supe que las nubes que yo veía eran de tristeza. Nubes que opacaban mi alegría de niño. Me hacía pis en la cama y el miedo a hablar me torturaba. Pero lo más difícil fue que todo el tiempo tenía ganas de morirme.
Nicolás 27 años”
“Me llamo Mayra y tenía 14 años cuando me enamoré y fui a vivir con Julián de 25. Enseguida quedé embarazada. No entendía qué sentía él por mí. Había días en los que me trataba como a una reina y otros en los que me golpeaba como si fuera su bolsa de boxeo. Me hacía trizas con sus golpes pero cuando me pedía perdón y mimaba acariciando mi panza, yo me derretía y volvía a creer en él. A los golpes le seguían los mimos, el pedido de perdón, no lo voy a hacer nunca más. Yo quería creerle pero cada vez la lluvia de golpes volvía a caer sobre mí. Un día desperté en el hospital. Abrazada a mi mami lloramos la pérdida del embarazo y de las esperanzas. Hoy, junto con la trabajadora social, armamos un grupo de autoayuda en la escuela. Juntas lo estamos logrando. Juntas estamos sanando
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